1.- La Crisis Religiosa.
El Origen remoto de la Reforma habría que buscarlo en el tránsito del mundo medieval al renacentista, con todas las consecuencias que implica el cambio de mentalidad. Podemos encontrar un precedente de la Reforma en las doctrinas del sacerdote checo del s. XV, Juan Hus, que pretendía reformar la iglesia de su país.
No debemos olvidar en este momento al hombre renacentista, inquieto y egocéntrico. Destaca entre ellos, e interesado por los problemas religiosos, Erasmo de Rótterdam, que predicaba una religiosidad más auténtica y profunda y cuyas ideas se divulgaron ampliamente por los ambientes intelectuales de toda Europa.
Paralelamente a este ambiente de cambio, es evidente la existencia de una situación de crisis en la organización de la Iglesia. Durante largos períodos de los siglos XIV, XV y XVI, la corte papal pareció preocuparse más por los aspectos materiales que por los problemas espirituales. Los Papas intervinieron en cuestiones políticas, económicas, y por consiguiente en guerras que beneficiaban a sus intereses. En este sentido, la iglesia católica se caracteriza por la ostentación, la compra, venta y acumulación de cargos eclesiásticos para beneficiarse de sus rentas. Por otra parte, esto contrastaba con la fe viva y mística del pueblo llano inculto y temeroso de dios.
LA REFORMA PROTESTANTE
2.- Lutero y el Luteranismo.
En este contexto aparece la figura del agustino alemán Martín Lutero (1483-1546), hombre de profunda fe religiosa y preocupación por la salvación de su alma. Fue profesor de teología en la universidad alemana de Wittenberg, en 1508. Hay que tener en cuenta también, por un lado, la situación en Alemania en este momento, dividida en multitud de estados, cuyos señores no siempre acataban la autoridad imperial y, por otro, las características de la iglesia de la época, puesto que la ruptura de Lutero fue provocada por la predicación y venta de una bula de indulgencias, con un carácter profano y meramente comercial. En 1517, Lutero expuso en la iglesia de Wittenberg un escrito con 95 tesis contra las indulgencias.
Todo ello trajo la excomunión de Lutero, que paulatinamente irá estructurando su doctrina, encontrando adeptos y protectores a su causa. El duque de Sajonia lo acogió y Felipe de Melanchton se convertirá en su portavoz intelectual.
La base de la doctrina luterana es la justificación por la fe: considerando que el pecado original corrompe al hombre y que la voluntad humana es impotente frente a su inclinación al mal, Lutero afirma que el hombre sólo se salvará mediante la fe en cristo. Elimina así uno de los principios básicos de la doctrina católica: el valor de la obras ante su justificación ante dios. Partiendo de esto, Lutero estructura su doctrina de la siguiente manera:
a) El libre examen o interpretación de la Biblia, que es considerada como la única fuente de revelación en la que el individuo es iluminado directamente por el espíritu santo. Se niega así el valor de la tradición de la iglesia.
b) Los Sacramentos quedan reducidos a dos: Bautismo y Eucaristía, y son suprimidos el culto a la virgen y a los santos y la creencia en el purgatorio.
c) Se suprime toda ostentación en los templos, desaparecen las imágenes y la liturgia se simplifica, introduciéndose la lengua del pueblo, no el latín. El mismo Lutero realiza la primera traducción de Biblia del latín al alemán. Quedan suprimidos también la jerarquía y el celibato eclesiásticos.
El Luteranismo se extendió con rapidez por los estados del norte de Alemania, contribuyendo factores económicos y políticos: puesto que la iglesia debía renunciar a toda riqueza, sus bienes, tierras, fueron secularizados y pasaron a manos de los nobles, que se hicieron luteranos. Para otros nobles significó la posibilidad de enfrentarse al emperador Carlos V, defensor del catolicismo. Y en conjunto, el luteranismo resultó ser un movimiento nacionalista, de enfrentamiento a Roma. Esta expansión no fue fácil, provocó guerras entre los señores y el pueblo y entre los nobles y el emperador. Carlos V intentó parar el movimiento convocando Dietas (asambleas de representantes) en Works y Spira, prohibiendo a los luteranos propagar sus ideas. Los reformistas protestaron de las decisiones de las Diestas (de ahí su nombre), entrando en claro conflicto, en lucha armada entre católicos y protestantes. Mediante la Paz de Augsburgo (1555), Carlos V aceptó la libertad religiosa para los protestantes en Alemania.
3.- El Calvinismo.
Estas doctrinas fueron llevadas, radicalizadas, al extremo por Juan Calvino (1509-1561), intelectual francés establecido en Ginebra. Para él, la libertad humana quedaba eliminada ante la omnisciencia de dios. Basó por ello su doctrina en la predestinación: desde el principio de los tiempos el hombre estaba predestinado a salvarse o condenarse; su única fuente de fe era la Biblia, pero la fe estaba reservada sólo a los predestinados. De esto solo se deducía que una fe muy intensa, acompañada de una vida piadosa y austera, regida por una moral extremadamente rígida, serían los signos de haber sido señalado por dios para la salvación. Para él se mantienen dos sacramentos, Bautismo y Comunión, suprimiendo la jerarquía eclesiástica.
El Calvinismo tuvo una fuerza de acción mayor que el luteranismo y se extendió más rápidamente por los Países Bajos, Alemania occidental, Escocia y Francia.
4.- El Cisma Inglés: El Anglicanismo.
La separación de la iglesia de Inglaterra de la obediencia del Papa o fue, en principio, más que un cisma provocado por el rey Enrique VIII quien, despechado por no haber conseguido el divorcio de su esposa, Catalina de Aragón, se negó a obedecer al Papa. En 1534, promulgó el Acta de Supremacía, que convertía al rey en jefe de la Iglesia de Inglaterra, con capacidad para decidir tanto en cuestiones de disciplina como de dogma. Se secularizaron los bienes de la iglesia y se consolidó el movimiento reformista con su sucesor, Eduardo VI, introduciéndose en el país las doctrinas luteranas y calvinistas. Le sucedió su hermana, María Tudor, intentando restaurar el catolicismo, provocó una profunda guerra. Ya con su hermana, Isabel I, quedó consolidada la Iglesia Anglicana, de carácter nacional, con doctrinas intermedias entre el luteranismo y el catolicismo.
LA REFORMA CATÓLICA
5.- La Compañía de Jesús.
Fundada por el español Ignacio de Loyola, se puso directamente al servicio directo del Papado. Su organización difería de otras órdenes religiosas, pues sus miembros eran escrupulosamente elegidos y preparados durante varios años, con una disciplina muy rígida, y con un juramento de obediencia inmediata al Papa. En 1540 se aprobó definitivamente. Se estructuraba como una compañía militar, según el modelo de Loyola, ya que este fue militar, instrumentalizando la educación al servicio del dogma católico, intentando su expansión a todos los lugares de la tierra.
6.- El Concilio de Trento.
La convocatoria de un concilio que resolviera el grave problema de la escisión religiosa fue largo tiempo retrasada por los Papas, en parte por temor a que prevaleciera la posición de la superioridad conciliar sobre el Papa y en parte a causa de los conflictos bélicos entre España y Francia. Cuando al fin, en 1545, se inició el Concilio de Trento, fue tarde para atajar el desarrollo del luteranismo. Las sesiones del Concilio se alargaron durante 18 años, entres períodos diferentes.
Se advertían dos tendencias: una pretendía conseguir algún tipo de armonía con los protestantes, otra era totalmente intransigente. Ésta última será la que triunfará. Podemos Clasificar la labor y resultados del Concilio en tres aspectos:
a) La definición de la doctrina católica frente al protestantismo. Se reafirmó el valor de las buenas obras, la presencia real de cristo en la eucaristía, el culto a la virgen y a los santos, la existencia del purgatorio, y se definieron los sacramentos. Frente a la doctrina del libre examen, se estableció como texto único la traducción latina de la Biblia realizada por S. Jerónimo (la Vulgata), y se reafirmó el uso del latín como lengua eclesiástica, y el celibato del clero. Se mantuvo el mismo sistema estructural hasta el año 1962, Concilio Vaticano II.
b) Este resultado afianzó la autoridad del Papado frente al conciliarismo, adquiriendo así la iglesia un carácter centralizador, apoyado por los jesuitas. Desaparecía la posibilidad de todo diálogo con los protestantes.
c) En cuanto a la disciplina eclesiástica, se estableció la obligación de residencia de obispos y abades en sus diócesis y abadías, lo que significaba la supresión de la acumulación de cargos. Igualmente se regularizó la instrucción de los futuros sacerdotes.
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