lunes, 19 de noviembre de 2007

La Gran Mezquita Al-Hama de Córdoba

La Gran Mezquita Al-Hama de Córdoba.


En un principio, los musulmanes compartían un templo cristiano-visigodo, al parecer llamado la Basílica de San Vicente. En el año 785, Abd Al-Rahman I decidió comprar la otra mitad de la Basílica.
Los trabajos de demolición comenzaron a mediados de Julio del mismo año y la cimentación y construcción, hacia mediados de Septiembre del 786. La edificación duró entre nueve y doce meses, y el edificio – incluido el patio ( Sahn ), y la sala de oración ( Liwam o Haram ) – alcanzó los 80 x 75 mts.
El Liwam, orientado de Este a Oeste, se dividía en 11 naves perpendiculares al muro de la Al-qibla. Se accedía por arcos por arcos en la fachada que da al sahn.
Estas 11 naves estaban separadas por 10 muros intermedios montados en arcos de medio punto, sobre los cuales gravitaban pilares apoyados en columnas que, a su vez, estaban unidas entre sí por arcos de herradura.
El arquitecto Fernando Chueca Goitia dice: aunque parece verosímil que el modelo fuera la mezquita de Damasco, es necesario reconocer que la de Córdoba supone, en relación con ella, un enorme progreso. En lugar de naves paralelas a la qibla, son perpendiculares. Es mucho más lógico, desde el momento en que los fieles deben mirar a dicho muro, es más expresivo que la mirada siga la línea de los arcos..., pero lo realmente asombroso – continua – es como solucionaron el problema de las arquería que sostienen el techo. Las columnas aprovechadas eran de poca altura, y el espacio resultante “ resultaría ” agobiante dada la extensión superficial del edificio. Se llegó a una solución arriesgada: sobre los capitales se levantó una pilastra hasta lograr la altura apetecida, donde podían arrancar los arcos sustentantes de la cubierta. Pero no quedaba con eso resuelto el problema. Tales arcos habían de tener anchura para que descansaran techos y cubiertas; para ello se lanzaron arcos de herradura de pilastra a pilastra, con lo que se consiguió reforzar la componente vertical dados los empujes.
Se aprovechó todo tipo de material en función de la utilidad, así como construcciones anteriores, romanas y visigodas. El suelo era de terrizo con esteras de esparto. La techumbre era plana con artesonado simple decorado con pinturas.
Hixem I, hijo del anterior Emir, añadió un minarete de 24 metros de altura por 6 de anchura. Construyó detrás de la mezquita unas galerías en alto ( Saqqifa ) donde las mujeres pudieran orar; en el muro oriental instaló la fuente para las abluciones rituales ( sabil ).
Abd Al-Rahman II, en el 832, dio orden de agrandar la mezquita. La ampliación se hizo hacia el sur, con doce tramos mirando hacia el río Guadalquivir. Destruye el muro de la qibla, manteniendo las 11 naves, y construye en profundidad. No acaba hasta el año 855, cuando su hijo - Muhammad I - terminó el decorado. Con él se da la portada de San Esteban, la más antigua. En el año 865, establece ante el Mihrab un espacio triple, la Macqsura.
En el año 887, su hijo y sucesor, Al-Mundhir, añade una cámara del tesoro (Bayt al-Mal).
En el año 900, Abd-Allah, hermano y sucesor de Al-Mundhir, unió la mezquita con el alcázar o palacio de los emires mediante un pasadizo cubierto ( Sabat ), dada la coyuntura política propicia a las revueltas sociales.
En el año 951, Abd Al-Rahman III, se decide por la ampliación del Sahn y la construcción de un nuevo minarete de planta cuadrada de 8´5 metros de lado.
En el 962, con Al-Hakam II, se inicia la época más brillante del edificio. Se prolongaron las once naves y construyó un nuevo muro de la qibla con una Macqsura y un Mihrab ricamente decorados. En su totalidad la obras van a durar nueve años ( 962-970 ). Las columnas en este tramo están sin basa, con el fuste de color rosado ( de la sierra de Cabra ) y verde ( de la sierra de Córdoba ). Los capitales serán compuestos-corintios con una hojas muy estilizadas y una fuerte presencia de capiteles de avispero. Aparecen arcos polilobulados, arquerías entrecruzadas, cubrición cupuliforme, etc.
En cuanto al muro de la qibla, serán dos muros paralelos. Destaca la Capilla de Villaviciosa, de planta ligeramente rectangular. La nave central es ligeramente más ancha que las laterales y conduce al Mihrab, amén de ser más rica en decoración.

La ampliación de Al-hakam II es la más suntuosa y artística de todo el conjunto. El lujo de la decoración se concentra en la capilla del mihrab, destacando los suntuosos revestimientos de mosaicos. El interior del mihrab se cubre con una enorme concha de yeso de gran valor decorativo Inscripciones en loor del califa fechan esta obra en 965. Sin embargo, este incremento en la ampliación en sentido longitudinal trajo consigo un problema, el de la luz, debido fundamentalmente a la mucha profundidad y a la poca altura. Se solucionó mediante la creación de lucernarios como el de la Capilla de Villaviciosa.


















En el 987, Al-Manzur ( Almanzor ) comienza las obras de la más grande de las ampliaciones. Las obras duraron dos años y medio. La ampliación se hizo hacia el Este. Añadió 8 naves a las once ya existentes. Se tiró el muro del lado oriental ( Este) ahora con arcos de herradura con parejas de columnas. La ampliación, por causa de la proximidad del río Guadalquivir se hizo hacia el oriente, por lo que el mihrab quedó en el futuro descentrado. La ampliación de Almanzor -se ha escrito- es más que nada un alarde, hecho, sin duda, con miras políticas y para afirmar su poder.
Esta parte es más sobria en decoración, toda de ladrillo, columnas sin basa, desaparece el segundo muro de la qibla y no se mantiene la misma distancia entre los diferentes vanos. Construye Al-Manzur un aljibe en el centro del sahn, de planta rectangular, dividido en 9 espacios por pilares cruciformes, con bóveda de arista, para recoger el agua de lluvia.
En conjunto, la Mezquita posee 1.417 columnas, 280 arañas, y 7.425 lamparillas que consumían al año 5.000 arrobas de aceite.




Crucero de la Catedral: La obra se inició en 1523 por mandato del obispo don Alonso Manrique, con la oposición del cabildo de la Catedral y de toda la ciudad. Forma un conjunto en que se desarrollan todos los estilos de los siglos XVI y XVII: arquerías y bóvedas hispanoflamencas, cúpula renacentista, bóveda del coro y altar mayor protobarrocos. Se concluyó a comienzos del siglo XVII. Fueron directores de la obra los arquitectos cordobeses Hernán Ruiz 1, Hernán Ruiz 11, Hernán Ruiz III y Juan de Ochoa. La sillería del coro, en madera de caoba, fue realizada por el escultor sevillano Pedro Duque Cornejo, en el siglo XVIII. Las pinturas del altar son de A. Palomino.
Tesoro de la Catedral: Muestra piezas de los siglos XV al XX, siendo la mayoría de ellas obra de talleres cordobeses. Destacan también magníficas obras italianas. Se accede a él por la capilla de Santa Teresa o del Cardenal, construida por el insigne arquitecto barroco Francisco Hurtado Izquierdo. La obra más espectacular y grandiosa es la custodia procesional para el día del Corpus Christi, encargada a Enrique de Arfe, orfebre alemán, por el obispo Martín Fernández de Angulo entre 1510-1516. Salió por primera vez el año 1518. El profesor Sánchez Cantón ha dicho de ella que es, tal vez, la más hermosa custodia de España. Se le hicieron restauraciones o ampliaciones en 1616, 1735, 1784 y 1967.
Pueden verse también dos relicarios del siglo XV llamado uno de San Bartolomé, con copa de cristal de roca y labores de estilo gótico, así como el de Santa Ursula, que representa el busto de la santa donado a la Catedral por el obispo don Fernando González Deza a comienzos del siglo XV. Es digno de contemplarse el acetre de plata cincelada en forma de crátera, con escudos episcopales y cartelas con las fechas de 1561 y 1562.
Finalmente cabe detenerse ante las cruces procesionales, una de ellas atribuida a Enrique de Arfe, y ante el magnifico Cristo crucificado de marfil, espléndida obra del barroco español.
La torre actual se inició a fines del siglo XVI y se concluyó en el siglo siguiente. El patio original fue ampliado sucesivamente por Abderramán III y Almanzor. Los claustros actuales son producto de una remodelación total llevada a cabo en las primeras décadas del siglo XVI por el obispo Martín Fernández de Angulo, bajo la dirección del arquitecto Hernán Ruiz I. Bajo los naranjos existe un amplio aljibe que aseguraba el agua necesaria para las purificaciones de los musulmanes. Ya en el siglo XIII se hallaba plantado con palmeras, y desde el siglo XV sabemos de la existencia de naranjos en él. En el siglo XVIII se añadieron olivos y cipreses.

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