TEMA 2: EL LIBERALISMO CONSERVADOR
1.- LAS BASES DE LA ESPAÑA ISABELINA
A finales del reinado de Fernando VII, el Antiguo Régimen se desmorona. Tres acontecimientos configuran este proceso:
• El Carlismo y Guerra Civil: la derrota de los primeros impide la vuelta al Antiguo Régimen.
• A la vez de ese conflicto, se fue construyendo el estado liberal: como fórmula política que permitía la implantación de una sociedad burguesa.
• La reforma agraria liberal, que supone el triunfo del nuevo concepto de propiedad burguesa y el arranque de la sociedad capitalista en España.
Los rasgos que caracterizan este período son los siguientes:
1. Sociedad articulada en torno a la tierra, con una base agrícola y ganadera que no tuvo el desarrollo de otras zonas del norte de Europa. Además, la escasa demanda impidió la creación de un mercado interior capaz de absorber la producción.
2. El crecimiento de la población, ralentizado por las deficientes condiciones higiénico-sanitarias (alta natalidad y mortalidad).
3. Emergencia de la clase burguesa, que se funde con la nobleza tradicional creando una clase oligárquica agraria e industrial que monopolizó el poder. Por contra, aumentó la conflictividad social entrando en una dinámica propia de las sociedades industriales. La España del s. XIX fue un pacto entre los viejos grupos dominantes, nobleza y alta burguesía, para conservar su poder económico, social y político.
4. Permanente intervención de la Corona a favor de una opción política que representaban los moderados, quienes controlaban con un sufrago de por sí restringido el acceso de otras fuerzas al poder, por lo que la vía insurreccional se convirtió en la única posibilidad de cambio político.
5. El protagonismo de la figura militar en la vida política. Su importancia se debió al papel desempeñado en la Guerra de la Independencia, los conflictos dinásticos y la debilidad de los partidos políticos carentes de estructura propia y líderes carismáticos
2.- EVOLUCION POLÍTICA DEL PERÍODO
2.1.- La Regencia de María Cristina: 1833-1840
El reinado de Fernando VII y la regencia de su viuda (Mª Cristina de Borbón, o de Nápoles) se caracterizan (como en Europa) por la pugna monárquico-absolutista/liberal-constitucionalista. Además, en esa última etapa destacan los siguientes hechos:
a) El Liberalismo y la Guerra Civil Carlista (1833-1840)
Más que un pleito dinástico, es un conflicto ideológico en el que los tradicionalistas (que eran ultraconservadores) luchan contra la revolución liberal. Veamos ambos bandos:
• Acaudilla el movimiento tradicionalista, o carlista, Carlos Mª Isidro, hermano de Fernando VII, que reivindica sus derechos dinásticos frente a su sobrina Isabel. Recordemos que Fernando deroga la Ley Sálica (que impedía a las mujeres acceder al trono) mediante la Pragmática Sanción.
El carlismo era partidario del realismo exaltado, del absolutismo y del Antiguo Régimen; del integrismo religioso y la defensa de los Fueros (con régimen jurídico y administrativo particular, como la exención del régimen fiscal ordinario y de las quintas, lo que atrae a navarros y vascos).
Un grupo importante de la sociedad urbana, y sobre todo rural, apoyó al bando carlista. Los que más apoyaron a éstos fueron los religiosos de las órdenes afectadas por las desamortizaciones, una parte menos numerosa del clero secular, miembros no destacados del ejército, nobles provincianos (viejos hidalgos-propietarios) y parte del campesinado que sufría desde comienzos del siglo XIX un retroceso en sus condiciones de vida.
• Isabelinos, o cristinos: seguidores de Isabel II y de su madre. Pretendían liquidar el Antiguo Régimen y la implantación de un sistema político liberal (aunque con tendencias diversas).
La mayoría de la población defendió la legalidad vigente, pero destacaban en el bando isabelino la mayor parte de los cargos de la administración y de la burocracia provincial y municipal, los miembros del ejército, clases medias, financieros y comerciantes, los de profesiones liberales, alta nobleza, gran parte del clero secular y la mayoría de los sectores populares.
b) Desarrollo y etapas de la guerra
La guerra estalló el 1-X-1833, y finalizó en 1840. Se desarrolló sobre todo en dos áreas: el territorio vasco-navarro y el Maestrazgo, aunque las correrías afectaron a todo el país. Las fases fueron:
1. Etapa de iniciativa carlista (1833-35): el foco principal estuvo en el País Vasco y Navarra, pero hubo otros en Aragón, Cataluña, Valencia y las dos Castillas. Los liberales frenan a los carlistas en las ciudades: en una de ellas, Bilbao, murió el general carlista Zumalacárregui.
2. Extensión del conflicto (1835-37): se inician expediciones al sur del Ebro, donde se puso de manifiesto el escaso apoyo al carlismo, que no era capaz de cohesionar territorios, fracasando en la toma de Madrid y Bilbao (defendida por el general Espartero). Hubo sucesos en nuestra comarca.
3. Victoria liberal: ante la imposible victoria, el carlismo se dividió en facciones: una derecha intransigente, reacia a la rendición o pacto; y un sector moderado o transaccionista, que con Maroto a la cabeza firmó la Paz o Convenio de Vergara (1839); mientras otro general, Cabrera, continuó la Guerra en el Maestrazgo hasta 1840.
El final de la guerra significó el triunfo del liberalismo. Y lugares como Navarra y País Vasco, que conservaban sus Fueros a pesar de los Decretos de Nueva Planta, sufrieron la restricción foral.
El carlismo perdió fuerza en 1840, pero no desapareció y esporádicamente rebrotaría, obstaculizando la política del reinado de Isabel II.
c) Hacia la monarquía liberal
Las fuerzas liberales, a las que había recurrido la regente Mª. Cristina para mantener las aspiraciones al trono de Isabel II, tuvieron que atender varios frentes: la guerra civil, la liquidación del Antiguo Régimen y la implantación del régimen liberal.
Mª. Cristina era poco liberal (sólo le interesaba). Por eso, los liberales tuvieron que forzar la caída de su ministro Cea Bermúdez (que también lo fue de Fernando VII) y sustituirlo por Martínez de la Rosa.
• Se inicia la redacción de una ley de bases para el funcionamiento de las Cortes, que cristalizó en el Estatuto Real de 1834 (más próximo a una Carta Otorgada que a una Constitución). Destaca la ausencia de principios liberales (como la soberanía nacional, o los derechos individuales). Generó la división entre los liberales conformes con él (moderados) y los que no lo estaban (exaltados, o progresistas), porque pretendían imponer la Constitución de 1812.
• Debido a lo anterior, se produce la Revolución de 1835, urbana y burguesa: que surge para acabar con el carlismo y con el gobierno moderado. Mª Cristina tiene que nombrar ministro a Mendizábal (progresista), sustituido al poco tiempo por Istúriz (moderado). Esto provoca la Sargentada de La Granja (levantamiento del 12-VIII-1836), que exige la reinstauración de la Constitución de 1812 y de las Juntas.
• Debido a ello, la reina encarga el gobierno a un progresista, el extremeño J. Mª. Calatrava, que centra su obra en un texto constitucional de acuerdo con los tiempos: la Constitución de 1837, un texto flexible que no contentó a ningún grupo enteramente, pero que hizo posible el gobierno.
• De 1837 a 1840 se suceden en el gobierno las facciones liberales (progresistas y moderados), hasta que en 1840 se desata una crisis a causa de la Ley de Ayuntamientos, en la que los moderados pretendieron modificar la normativa vigente acerca de la elección popular de los alcaldes (que aseguraba el dominio progresista en la administración local) y sustituirla por la designación directa de esos cargos por la Reina. El conflicto enfrentó directamente a la Regente con Espartero (líder progresista), terminando con la renuncia de María Cristina (que se exilió a Francia).
2.2.- La Regencia de ESPARTERO (1840-1843)
Espartero, gracias a su prestigio como general en la guerra carlista, se convierte en símbolo militar del progresismo, inaugurando una etapa política caracterizada por la activa participación de los militares el gobierno del país.
Fue elegido regente entre el descontento de los moderados, apoyados por Mª Cristina desde el exilio, y de los propios progresistas: en desacuerdo con muchas de sus medidas, tales como la falsificación electoral, nepotismo, estrategias de caudillo y la dura represión para responder a las revueltas de Barcelona en 1842 (cuyo sector textil se manifestaba en contra de las medidas librecambistas y pro-británicas del gobierno, que perjudicaba la producción de sus paños).
Una manifestación antiesparterista, acaudillada por otro general, Narváez (moderado), derrota a Espartero, que huye hacia el exilio; forzando con este vacío de poder a adelantar la mayoría de edad de Isabel II, para hacer posible su coronación.
3.- EL REINADO DE ISABEL II (1843-1868)
3.1.- La Década Moderada (1844-1854)
Una vez lograda la paz, con los gobiernos moderados comienza un proceso de construcción de la nueva administración y de su estructura institucional, en el que impusieron su visión doctrinaria y pudieron monopolizar el gobierno toda la década. El protagonista del periodo es el general Narváez, que contribuirá al robustecimiento del poder de la Corona, a la centralización política y a la monopolización del poder gracias a un sistema electoral restringido.
Los elementos que caracterizaron la construcción del Estado Liberal fueron:
1.- La Constitución de 1845, de carácter moderado: soberanía de las Cortes, con el rey; sin separación de poderes, Estado confesional, etc.
2.- Un sistema de reformas:
a) La nueva división provincial de Javier de Burgos, que establece en 1833: 48 provincias administradas por una Diputación y un Gobernador Civil.
b) Administración centralizada.
c) Creación de una institución la Guardia Civil para velar por la seguridad pública, vigilar el medio rural y la defensa del nuevo sistema de propiedad.
d) Establecimiento de un nuevo sistema fiscal, que pretendía potenciar la contribución directa a través de impuestos directos e indirectos.
3.- La firma de un Concordato con la Santa Sede (1851), que supuso la reconciliación de la Iglesia de Roma con el Estado español: en virtud del cual, Roma acepta la desamortización, mientras que el gobierno reconoce la confesionalidad del Estado y se compromete a mantener y proteger al clero, así como la presencia de la Iglesia en la enseñanza.
3.2.- El Bienio Progresista (1854-1856)
En 1854 tuvo lugar una revolución con origen doble: conspiración militar protagonizada por O´Donnell, y el descontento tanto del sector moderado como de los progresistas.
Pero ambos sectores convergen al fracasar el pronunciamiento de O´Donnell (Vicalvarada), por lo que los moderados redactan el Manifiesto de Manzanares, con reivindicaciones progresistas: cambios en la ley electoral, libertad de imprenta, abolición de consumos, restauración de la Milicia Nacional Voluntaria (que se creó para defender el constitucionalismo frente al absolutismo), etc. Hay un acercamiento común contra un gobierno corrupto. Desde 1854, los progresistas se convierten en protagonistas, que alientan los tumultos.
La reina llama de nuevo a Espartero, poniendo fin al proceso revolucionario. Gobierno progresista, colaborando O´Donnell; que se rompe cuando el 2º gira a posiciones más conservadoras.
Los sucesos más importantes de este periodo fueron:
1. La Constitución de 1856 (aprobada, pero no promulgada), parecida a la de 1837 (progresista).
2. La aprobación de medidas económicas como:
a. La Desamortización de Pascual Madoz (1855).
b. La Ley de Ferrocarriles, que posibilitará la implantación de ese transporte en España.
c. Leyes bancarias, que favorecen la expansión económica.
3. O´Donnell funda la Unión Liberal (partido de centro), con elementos moderados y progresistas.
4. Perviven formas tradicionales de protesta, a la vez que surgen conflictos de países industrializados: aparecen las primeras huelgas y choques entre patronos y obreros (la huelga de 1855 en Barcelona) e incidentes en el mundo rural, que acabaron desgastando la figura de Espartero; fortaleciendo la figura de O´Donnell, que marcó la vuelta al moderantismo y la reposición de la Constitución de 1845.
5. Aunque no tuvo que ver con la política, en el otoño de 1855 se presentó la epidemia de “Cólera Morbo Asiático”, que tuvo graves repercusiones en el país (y en nuestra localidad y comarca).
3.3.- La Unión Liberal y el fin del Moderantismo (1856-1868)
Tras breves gobiernos de moderados y unionistas (que se alternan, eliminan la Milicia Nacional y reinstauran la Constitución de 1845), en 1858 entra O’Donnell. Quien permanece en el poder tras la práctica desaparición del Partido Progresista, tras la represión de 1856 y por el desgaste de los moderados: las minorías moderadas y progresistas se alinearon con los unionistas, ante la necesidad de procurar una estabilidad política que permitieran el desarrollo económico y las inversiones extranjeras.
El gobierno unionista ejerció una política pragmática, centrada en el impulso de las obras públicas y de las inversiones de sectores en desarrollo: como el ferrocarril, las minas o el sistema financiero (favoreció a algunos sectores empresariales próximos al poder, siendo criticado…).
Otra línea de actividad es la política exterior: inician campañas para fortalecer el espíritu nacional, como la expedición a Cochinchina, guerra de Marruecos, campaña anglo-francesa en Méjico, breve anexión de Santo Domingo, etc.
Cae O´Donnell, incapaz para seguir gobernando y por el agotamiento de su débil proyecto de consenso político: alejamiento de la oligarquía en el poder del resto de las fuerzas políticas y sociales (a las que impedía su participación política por el restringido derecho al voto), las prácticas caciquiles y la arbitrariedad de la Reina. Tras su dimisión se suceden varios gobiernos con los que se volvía al moderantismo, que arrinconaba al progresismo y le empujaba hacia una oposición violenta.
Uno de los hechos más conocidos es la sublevación del Cuartel de San Gil, que desató unas duras medidas represivas, que forzaron la dimisión de O´Donnell y el traspaso de poderes a Narváez (moderado) que hasta 1868 endureció aún más la represión, clausurando las Cortes, censurando la Prensa, ordenando la depuración de civiles y militares opuestos al gobierno, etc. Tras la muerte de O’Donnell en 1867, los unionistas (liderados por Serrano y Cánovas) se unen a los progresistas (agrupados en torno a Prim) y a los demócratas (con los que firman el Pacto de Ostende). Todos conspiran para derrocar a los moderados y mandar al exilio a Isabel II, dando paso al Sexenio Revolucionario.
4.- DESARROLLO INSTITUCIONAL DEL LIBERALISMO
4.1.- Ideología de los Partidos Políticos de la España Isabelina
El liberalismo tuvo dos manifestaciones iniciales diferentes: el liberalismo doctrinario o moderado (conocido como monárquico constitucional, o conservador, hasta 1845) y el progresista.
• El liberalismo moderado: de este grupo forman parte una oligarquía procedente de la antigua nobleza y burgueses terratenientes. Su gran líder fue Narváez.
. Niega la soberanía nacional y defiende la doble representación (soberanía compartida), según la cual el poder legislativo y el ejecutivo los comparten la Corona y las Cortes.
. Partidarios de Cortes bicamerales: con un Senado elegido por la monarquía y una Cámara de diputados elegidos por sufragio censitario muy restringido.
. Refuerza su centralismo con el control de las administraciones provinciales y locales. El moderantismo favoreció la tradición, las lentas reformas y se opuso al reconocimiento de los derechos individuales y colectivos (como el de expresión y reunión).
. Su legislación vela por sus intereses con leyes proteccionistas que garantizasen sus negocios, el orden y la estabilidad.
. Dentro del partido había tendencias ultraconservadoras, de centro y aperturistas.
• El liberalismo progresista: nace en 1836 y desde 1840 tiene como líder a Espartero. Cuenta con los apoyos de la alta burguesía financiera e industrial, así como las clases medias urbanas.
. Partidarios de la soberanía nacional, según la cual no había más representación que la emanada de las Cortes (representantes del pueblo). Son también bicamerales, pero ambas elegidas por el pueblo.
. Defendían de forma más amplia los derechos individuales.
. Apoyan el sufragio censitario, pero con un electorado más amplio.
. En 1849 se escinde del progresismo un sector más radical, que se conoce como:
- Partido Demócrata:
. Partidario del sufragio universal.
. Reconocimiento de derechos individuales y sociales, como el de huelga.
. En su seno conviven monárquicos y partidarios de una República Federal.
• Unión Liberal: es un partido que nace durante el Bienio Progresista, y atrajo tanto a moderados como a progresistas, con O´Donnell a la cabeza. Ha pasado a la historia porque carecía de una doctrina y unos planteamientos claros, lo que se intentaba enmascarar volcándose en proyectos, obras públicas, mejoras económicas, etc.
4.2.- Evolución Constitucional
• ESTATUTO REAL DE 1834
Se redacta durante el período de transición del Antiguo Régimen al Estado Liberal. Se debe considerar no como una Constitución, sino como una Carta Otorgada. Su objetivo era regular la convocatoria de las Cortes y su funcionamiento, algo necesario y provisional en plena Guerra Civil.
1. Soberanía compartida: Rey-Cortes; con control real, y su función se limitaba a aprobar impuestos. También se podían hacer peticiones, votar enmiendas o rechazar propuestas de gobierno.
2. El sistema era bicameral (que las convoca y disuelve el Rey):
a. Un estamento de próceres (reúne a la aristocracia, la nobleza, Iglesia y administración). Todos debían ser propietarios.
b. Otro de procuradores: cámara elegida por sufragio censitario (0,15 % de la población…).
• CONSTITUCIÓN DE 1837
Su redacción supera a la de 1812, ya muy anticuada. Se elabora por consenso entre los dos sectores del liberalismo: moderados (partidarios del Estatuto Real) y progresistas (de la Constitución de 1812). Por ese motivo, contiene elementos de ambas tendencias:
- Soberanía conjunta (Cortes-Rey). El Rey convoca, disuelve o suspende las Cortes; e, incluso, disfruta del derecho a veto.
- La división de poderes.
El Legislativo reside en las Cortes bicamerales:
o Congreso elegido por sufragio censitario y directo, Senado nombrado por el rey a propuesta de los electores.
o El Ejecutivo reside en el Rey, que nombra al Gobierno.
o El Judicial, supuestamente, conserva su independencia.
- Se afirman derechos individuales: como el de asociación y el de imprenta (con condiciones).
- Permisividad religiosa. El Estado mantendrá el culto por la Desamortización.
• CONSTITUCIÓN DE 1845
• Es moderada, que se presenta al principio como una simple reforma de la de 1837, con la que comparte la declaración de derechos, pero con la diferencia de que no los desarrolla. Fue una constitución adaptada para un régimen moderado, que asegurase el dominio político y social de los más poderosos. Se modificó a medida que se aplicó.
• Rechaza la soberanía nacional. Establece la soberanía compartida entre las Cortes y la Reina, cuya figura acapara ahora más atribuciones y poder.
• Organiza el poder legislativo en dos cámaras: un Congreso elegido por sufragio censitario y un Senado elegido por el Rey.
• No garantiza la independencia del poder judicial.
• Establece la confesionalidad y la unidad religiosa del Estado (consecuencia de la firma del Concordato de 1851 con la Santa Sede).
• CONSTITUCIÓN DE 1856
. A pesar de que fue aprobada por las Cortes durante el Bienio Progresista, nunca vio la luz. Resume perfectamente las ideas de los progresistas. En las Cortes se discutieron ideas nuevas, como la libertad religiosa, el sufragio universal, posibilidad de sustituir monarquía por república, derechos sociales, etc.
. El texto sigue las directrices de 1837, pero amplía la lista de derechos políticos: igualdad ante la ley, los impuestos, el servicio militar, tolerancia religiosa, limita el poder de la Corona y restringe la autoridad del Rey.
- Reconocimiento de la soberanía nacional y derechos individuales.
- Separación de poderes. Reconoce el Senado como órgano autónomo y electo.
- Reconocimiento de la independencia de los tribunales y de los jueces.
- Restablecimiento de la Milicia Nacional.
5.- LA REFORMA AGRARIA LIBERAL
La mayor parte de la propiedad de la tierra en el Antiguo Régimen estaba vinculada y amortizada en manos de instituciones religiosas (catedrales, iglesias, monasterios, conventos, órdenes militares, obras pías y benéficas. etc) y civiles (Corona, señoríos y municipios). Es decir, que no se podía acceder a ellas libremente, que eran tierras que no salían al mercado. Por ello la burguesía, que consideraba a la propiedad como un derecho del ser humano, se planteó la tarea de acabar con sus ataduras.
Cuando la burguesía toma las riendas del poder prepara una acción legislativa para que la tierra pasase a ser una propiedad libre, de manera que sus propietarios fuesen personas físicas (no jurídicas o colectivas), que pudiesen disponer de sus bienes libremente para usarlos sin limitación legal alguna durante su vida y trasmitirlos después de la muerte. Así Iglesia, Estado y Municipios dejan de ser sujetos detentadores de propiedad; y la Nobleza quedaba libre de tener que unir o vincular su patrimonio familiar, con lo que desaparecía el mayorazgo. A partir de entonces los bienes, ahora ya libres, podrían venderse, arrendarse, transmitir en herencia, etc.
5.1.- Disolución del Régimen Señorial
La primera medida fue la de disolver la administración señorial, es decir, privar a los estamentos privilegiados del poder que tenían sobre ciertos territorios y poblaciones. Eran dos principalmente:
- El de Jurisdicción: los señores tenían poder para gobernar e impartir justicia en un territorio.
- El de Señorío: sus tierras podían percibir prestaciones y rentas por el uso del molino, el bosque, la pesca, etc. Además, podían tener el derecho de propiedad, con el que obtenían rentas por la cesión de tierra a otros para su explotación.
No todos los señoríos era iguales, ni se disfrutaban los mismos derechos.: los había jurisdiccionales y territoriales, lo que originaba confusiones que favorecía sobre todo a la nobleza. Pero, dado el distinto trato que la legislación liberal reservó a los diferentes derechos, posibilitó la integración de la aristocracia en el sistema, garantizando su situación patrimonial.
Los señoríos se abolieron porque era necesario desde el punto de vista económico. Y, desde el punto de vista político, por la incompatibilidad entre soberanía nacional y jurisdicción señorial.
Los primeros intentos de abolición del sistema se realizaron en las Cortes de Cádiz (Decreto del 6-VIII-1811), que suprimía los señoríos jurisdiccionales y todo tipo de privilegios y monopolios, y los señorío territoriales se convertían en propiedad privada. Tras la restauración absolutista por Fernando VII, a pesar de que anulaba lo aprobado en Cádiz, elimina los derechos jurisdiccionales, al ser nombrados los cargos municipales por la corona.
Durante el Trienio Liberal, se obligaba a los señores a demostrar mediante los correspondientes títulos de propiedad o adquisición de señoríos. Pero durante la Regencia de Mª Cristina se les eximió de presentar los papeles, con lo que gran parte de la nobleza se quedaba fraudulentamente con tierras.
5.2.- La desvinculación de los Mayorazgos
Es decir, la posibilidad de vender total o parcialmente, hipotecarse o arrendarse libremente una propiedad nobiliaria (lo que antes no podía hacerse en las tierras instituidas como Mayorazgos, que debían transmitirse íntegras y al hijo mayor), contó con muy poca oposición, por la necesidad que las familias nobiliarias tenían de disponer de dinero. Esto suponía la movilización del mercado de la tierra, hasta entonces inexistente.
5.3.- Libertad de explotación
Para mejorar el sistema de la propiedad y hacer posible su movilidad, era necesario introducir la libertad de explotación y de comercio, ya que en el Antiguo Régimen eran numerosas las normas que restringían la libertad del propietario para explotar las fincas: prohibición de cerramiento, arriendos muy limitados, etc. Estas medidas, aunque ya fueron aprobadas por las Cortes de Cádiz, sólo se ponen en práctica tras la muerte de Fernando VII.
5.4.- Las Desamortizaciones
5.4.1.- Primeros intentos desamortizadores
Las desamortizaciones fueron la herramienta de la burguesía para transformar la propiedad. Su historia arranca del s. XVIII, a partir de los informes y análisis de los primeros ilustrados españoles:
* Los ministros de Carlos III (Olavide, Campomanes, Jovellanos…) ya se preocuparon por la gran cantidad de bienes de manos muertas, pensando en poner en venta parte de los bienes del clero; pero la falta de acuerdo con la Santa Sede lo imposibilitó. El acuerdo se orientó entonces hacia los bienes de los municipios, decretando que debían de hacerse accesibles a los campesinos pobres. Pero la medida no funcionó y terminó derogándose.
* Con Carlos IV, a finales del s. XVIII., los problemas de la Hacienda obligaron a poner en práctica los principios desamortizadores para hacer frente al pago de la deuda pública. En esa misma época, mediante Reales Órdenes, se ponen en venta bienes eclesiásticos (colegios mayores, hospitales, hospicios, cofradías, etc.), mediante expropiación de los bienes, tasación y venta en subasta pública.
* Las Cortes de Cádiz (tras la Guerra de la Independencia) decretan la venta de los bienes confiscados a los afrancesados y jesuitas; además de a las órdenes militares, conventos, monasterios destruidos durante la guerra, parte del patrimonio de la Corona y más de la mitad de las tierras de los baldíos y realengos.
* Con el Trienio Constitucional o Liberal, inspirado en la legislación desamortizadora de las Cortes de Cádiz, el Decreto del 9 de agosto de 1920 ponía en venta los bienes que se pretendían ya en 1812, admitiendo el pago de la deuda en vales. Poco después (octubre) se suprimen los monasterios y se venden sus bienes (como Yuste y Guadalupe). Pero, con la Década Ominosa se deroga ese Decreto.
5.4.2.- Las Desamortizaciones isabelinas (o cristinas), o eclesiásticas
Desde la muerte de Fernando VII se desarrolla una legislación que afectó tanto a bienes civiles como eclesiásticos, comenzando por estos últimos:
• La de Mendizábal (RD del 19-02-1836) afectó al clero regular, y se hizo para amortizar (pagar) la deuda del Estado y consolidar en el trono a Isabel II (amenazado por el carlismo). Se ponen a la venta bienes de comunidades y corporaciones religiosas extinguidas. El pago se podía hacer en dinero o en títulos de deuda. De nuevo (y como ejemplos notorios en nuestra zona), desamortizan los monasterios y su propiedades de Yuste y Guadalupe (y el de San Francisco en Belvís…).
• La de Espartero (en 1841, durante la regencia) lleva a cabo un proyecto no realizado de 1837, que afectaba al clero secular.
La obra de Mendizábal fue criticada desde las filas progresistas por Álvaro Flores Estrada, que proponía dar prioridad a la reforma social, a la vez que garantizaba el acceso a la tierra a sectores pequeños y medianos del campesinado. Su alternativa era ceder tierras a colonos cultivadores de las fincas eclesiásticas, mediante un arrendamiento renovable a cambio de una renta moderada y no superior a la que estaban pagando (pues, al ser pobres, no tenían dinero para comprar).
5.4.3.- La Desamortización Civil de Pascual Madoz
El liberal y ministro de Hacienda Pascual Madoz, aprovechando el Bienio Progresista, promulga el 1-V-1855 la Ley General de Desamortización: con la que se ponen a la venta bienes de propiedad colectiva (comunales) o amortizados, tanto los eclesiásticos aún no vendidos como los que eran de los municipios o del propio Estado. Por tanto, lo que se proponía era culminar el proceso desamortizador ya iniciado y que había sido suspendido durante la Década Moderada. La venta fue en subasta y el pago en metálico, aplazado a 14 años.
Las desamortizaciones afectaron al 20 % del total de la tierra de la superficie nacional, contribuyó a la transformación de la sociedad estamental en burguesa y consolidó la alianza entre burguesía y nobleza terrateniente.
Con los fondos obtenidos se financió la Guerra Civil (carlista) y las obras de infraestructuras esenciales. Incluso los propios municipios (con el 80 % de lo obtenido por la desamortización de sus propios) pueden invertir en proyectos de interés: como el ferrocarril, aunque a veces tuvieron grandes pérdidas, por el fracaso de ciertas obras (como le ocurrió a Navalmoral o Peraleda de la Mata, que hicieron destacadas inversiones en el ferrocarril Plasencia-Astorga, que fue una ruina…).
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