ROCOC�
Tendencia art�stica, surgida en Francia durante los �ltimos a�os del reinado de Luis XIV, que se impuso durante el de Luis XV, y se difundi� seguidamente por el resto de Europa. Denominada por sus contempor�neos style nouveau, a partir de 1730 se la denomin� con el t�rmino rocaille, que ya se empleaba en el S. XVII para indicar un tipo de decoraci�n, con conchillas y pedruzcos, de grutas y pabellones para jardines. Al parecer el t�rmino rococ�, que derivar�a de rocaille, era empleado con cierto sentido despectivo en los ambientes art�sticos de Paris a finales del S. XVIII. Esta apreciaci�n negativa pes� durante largo tiempo sobre el rococ�, considerado como una degeneraci�n tard�a del barroco.
Las primeras manifestaciones de la tendencia se dan, como se ha dicho, a finales del reinado de Luis XIV. La figura clave de esta fase es el dise�ador de interiores P. Lepautre, en cuya obra se verifica el paso del poderoso y din�mico plasticismo barroco a la gracia �gil de la decoraci�n superficial caracter�stica del rococ�. En 1715, cuando Felipe de Orleans asumi� la regencia en nombre del futuro Luis XV, todav�a menor, y al solemne y riguroso ceremonial de la corte de Versalles se prefiri� la atm�sfera refinada e intelectual de los salones y h�tels particuliers (o residencias privadas de las principales familias de Par�s), la nueva orientaci�n art�stica ya estaba claramente definida a trav�s de un nutrido grupo de arquitectos, decoradores, ebanistas, pintores (Owenordt, Toro, Vasse, Watteau, etc.), activos a las �rdenes del propio regente pero tambi�n para algunos ricos banqueros parisienses, como por ejemplo P. Crozat. Entre 1730 y 1745 el estilo rocaille se afirm� plenamente, siendo los artistas m�s destacados Meissonnier, Pineau y Boucher. Fue el momento de la difusi�n internacional del estilo, que conquist� principalmente a las cortes de la Europa central donde trabajaron, en la decoraci�n de ambientes y en la preparaci�n de representaciones y fiestas cortesanas, los mismos grupos de artistas viajeros. La fase final del rococ� franc�s se define asimismo con el termino ?estilo Pompadour?, por la influencia que ejerci� sobre �l la favorita del rey. De todas formas, pasado el medio siglo el incipiente neoclasicismo contrarrest� con �xito creciente el dominio del rococ� que, por lo menos en Francia, puede considerarse acabado poco despu�s de 1760. Adem�s de una tendencia art�stica el rococ� fue un verdadero estilo de vida, basado en el placer refinado de los sentidos y en los aspectos m�s esc�pticos y agudos de la inteligencia, tendente a hacer de la existencia un continuo placer est�tico.
Como tal no influenci� tanto la arquitectura oficial o la religiosa, que permanecieron ligadas a las formas clasicistas o barrocas tard�as y a sus exigencias de solemne representaci�n, como la de los palacios de la aristocracia y de las casas de recreo en parques (bagatelles, sanssoucis, ermitages, etc.) donde en el exterior se obtienen efectos de simplicidad mediante el tratamiento refinado de los muros y la abolici�n de los antiguos �rdenes de columnas (Hotel de Maugnon de J. Courtonne en Par�s, 1720; Amalienburg de F. de Cuvillies en la residencia de Nymphenburg, 173439; castillo de Sans-Souci de Federico el Grande en Postdam, 1745-47) y se cuidan especialmente la arquitectura y la decoraci�n de los interiores. Extraordinariamente diversificados seg�n sus funciones (con abundancia de salas, salones, salitas, cuartos de conversaci�n, gabinetes de estudio, antec�maras, tocadores, etc.) y valorizados por una decoraci�n apropiada en la que las distintas artes se funden con sorprendente ligereza, los interiores son, de hecho, los protagonistas del nuevo estilo (...). Las pinturas, en las que triunfan los colores brillantes y los tonos pastel desarrollan, en lugar de las solemnes alegor�as barrocas, aspectos maliciosos y fr�volos de la mitolog�a galante, donde reinan Venus y Pan, y de la vida en la Arcadia, con falsos pastores y pastoras (entre los autores m�s representativos recordamos a Chardin, Boucher, Nattier, Fragonard). Los tapices, enmarcados por boiseries y basados en dibujos de los pintores de corte, rivalizan con la pintura en delicados esfumados y gradaciones crom�ticas (Manufactura real de los Gobelinos y de Beauvais). Los muebles, en los cuales se persigue el m�ximo de comodidad y de elegancia mediante infinitas variantes de los tipos fundamentales, reflejan en las formas suavemente curvas, en las taraceas de maderas ex�ticas, en las decoraciones con bronces dorados y paneles de laca oriental, en los revestimientos de seda y brocados, los ritmos y las gamas crom�ticas de los muros y de su decoraci�n (Cressent, Dubois, Oeben). En los objetos se prefieren los materiales raros y preciosos, la laca china y sobre todo la brillante y fr�gil porcelana, quiz� el material que mejor congenia con el esp�ritu del rococ� (manufacturas de Meissen, Nymphenburg, Capodimonte, Buen Retiro, Sevres).
En la base de todo, de la decoraci�n mural y de las composiciones pict�ricas, como en las formas de los muebles y de los objetos, est� la misma clase ornamental: la concha ondulada, de contornos irregulares y asim�tricos. Infinitas variantes de este motivo se proponen en las recopilaciones de proyectos y ornamentos de Meissonnier (...), de De la Jou (...) etc. Copiadas en Augusta, difundidas por De Cuvillies durante su actividad en Munich, las l�minas con motivos ornamentales influyeron a todos los artesanos europeos, creando un aut�ntico rococ� internacional en la decoraci�n, con una amplia participaci�n de los artistas alemanes espacialmente en el campo de la porcelana y de los estucos. En lo que respecta a los dem�s pa�ses europeos, Inglaterra permaneci� sustancialmente al margen del fen�meno. Italia particip� en �l con aportaciones originales, si bien epis�dicas o individuales: en G�nova la precoz actividad de Gregorio de Ferrari renov� la tradici�n de la decoraci�n al fresco y con estuco; Venecia fue uno de los centros m�s activos y fecundos, especialmente en el dominio de las antes aplicadas (interiorismo, vidrio, encajes); debe recordarse adem�s la actividad de Juvara (como escenogr�fo y dise�ador, adem�s de arquitecto) en la corte de los Saboya y del estucador G. Serpotta en Palermo, as� como la de innumerables estucadores originarios de las regiones de los lagos lombardos que, en su apreciad�sima actividad en los centros de toda Europa, fundieron los modelos italianos con los franceses y alemanes. En pintura, la m�s genial de las contribuciones italianas al rococ� la constituye el ?capricho? con ruinas que, aunque con precedentes en el S. XVII, adquiere ahora caracter�sticas acordes con el nuevo estilo (...).
Una aplicaci�n extraordinaria del estilo decorativo del rococ�, nacido como estilo profano y cortesano, se dio en los interiores de las iglesias del barroco tard�o de Alemania meridional en el santuario de Vierzehnheigen, donde se levant� el altar de K�chel (1763), aut�ntica arquitectura rocaille casi por completo carente de fundamentos estructurales y entendida como pura decoraci�n; en la iglesia de los Peregrinos de Steinhausen (iniciada en 1728) y en la iglesia de Wies de D. Zimmermann (iniciada en 1745), donde esculturas y p�lpitos, pinturas y estucos, animan la arquitectura dot�ndola de un movimiento continuo y vibrante hasta disolver pr�cticamente la estructura, transformando en ornamento monumental y permanente un mundo de formas a menudo destinadas a peque�os objetos y a la ambientaci�n de fiestas y de escenograf�as ef�meras.
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